Canto al tricolor.
El mar vacila embravecido.
Se acerca por fin la hora:
caen pedazos de pólvora
y los primeros estallidos.
Barcos blancos se desmoronan
y las velas negras se sublevan.
Aparece el griterío en las aceras.
Las gaviotas terrestres revolotean,
blancas, grises, purpurina elevan.
El polvorín cae sobre mis ojos…
Bengalas rojas nacen entre los matojos.
Fuego, explosión, sangre que arrojo.
Silencio… misterio… reposo
En la arena de una playa de oro
¿Me abre quedado sordo?
¡Oigo algo!, unas notas ¿Qué notas?
Unas notas moradas de viola.
Erosionan las olas, el tiempo y ahora:
El cielo vacila embravecido
Se acerca por fin la hora:
caen gotas de lluvia
y los primeros estallidos.
Nubes blancas se desmoronan.
Los nubarrones negros se sublevan.
Aparece el griterío en las aceras.
Las gaviotas marinas revolotean:
blancas, grises, sus alas elevan.
Las gotas caen sobre mis ojos.
Abril se tiñe por fin.
Violeta, dorado y rojo
Pueblo Alto.
De profesión magistrados,
son profetas del pueblo
que interpretan los secretos:
el hermetismo de un libro
y la palabra de Dios.
Son la justa medida,
la perfecta proporción,
el acto más modélico:
Los hijos de la razón.
Nos hablan desde el altar:
la belleza griega
y el saber mundial
los que conocen la tierra
y la fosa abisal.
¡Incluso deben saber volar!
Los reyes de la verdad,
los que tienen en sus manos
una bola de cristal
Han estudiado a Neruda
a Hernández y Machado.
¡Por eso son poetas!
con una métrica perfecta
que han heredado sus manos.
Hablan pues, desde la presunción.
Te enjuician por prejuicios
por los errores, caídas y vicios
hasta la máxima extenuación.
A sus pies cae el más versado:
rechazando todos los ejemplares
¡Incluso las palabras del ahijado!
¡Porque todo eso son necedades!
Eruditos con cuatro líneas verticales.
Asco hasta en las fosas nasales
Tanta humildad en la lengua
Tanta soberbia en acciones.
¿Me vienen a dar lecciones?
¡Criticad insensibles!
Todas vuestras contradicciones.
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